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no  están  santificados,  y  son  impíos.  Han  sido  bautizados,  pero  fueron
        sepultados vivos. No murió el yo, y por lo tanto no renacieron a una
        nueva vida en Cristo”. CB6, 1075.
          ¡Cuán  triste!  Hay  tantos  problemas  en  las  iglesias  y  los  hogares
        porque  la  gente  desconoce  cómo  morir  al  yo  y  nacer  de  nuevo.  No
        saben como permitirle al amor de Dios controlarlos.
          Piense por un instante; antes de su bautismo, ¿Se le enseñó a dejar
        los  pecados  del  mundo?  ¿Fumar,  beber,  adulterar,  robar,  y  así
        sucesivamente?
          Cuando yo hice esta pregunta en nuestras iglesias, usualmente casi
        todas las manos son levantadas. Pero cuando pregunto: ¿Cuántos de
        ustedes antes de su bautismo, fueron enseñados como morir al yo
        y renunciar al derecho de todos los pecados del corazón – odio, ira,
        amargura,  resentimiento,  impaciencia,  irritación,  celos,  y  egoísmo?
        Pocas,  si  acaso  alguna  mano  es  levantada.  ¡Este  es  nuestro
        problema!  Tan  pocos  han  entendido  como  entregar  el  corazón  con
        todos sus pecados.
          A  mí  tampoco  se  me  habían  enseñado  estas  cosas,  y  mientras  no
        cometiera pecados externos, yo pensé que era una buena cristiana. Yo
        hice excusas por mis defectos de carácter; resentimiento, impaciencia, e
        irritación. Pero cuando le entregué todo mi corazón a Dios, entonces él
        me podía limpiar de todos mis pecados del corazón.
          “La sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado”. 1
        Juan 1:7.
          “Si  confesamos  nuestros  pecados,  él  es  fiel  y  justo  para  que  nos
        perdone nuestros pecados, y nos limpie de toda maldad”. 1 Juan 1:9.
          “De  modo  que  si  alguno  está  en  Cristo,  nueva  criatura  es:  las
        cosas  viejas  pasaron;  he  aquí  todas  son  hechas  nuevas”.  2  Corintios
        5:17.  Lo  que  es  objetable  en  el  carácter  es  eliminado  por  el  amor  de
        Jesús. Todo egoísmo es expulsado, toda envidia, toda maledicencia
        es arrancada de  raíz,  y  se opera una transformación radical en  el
        corazón”. RH 07/22/90.
          “Muchos  de  los  que  profesan  seguir  a  Cristo  no  tienen  una  religión
        genuina.  No  revelan  en  sus  vidas  el  fruto  de  la  verdadera  conversión.
        Están  controlados  por  los  mismos  hábitos,  por  el  mismo  espíritu  de
        crítica  y  de  egoísmo,  que  los  controlaban  antes  de  que  aceptaran  a
        Cristo.
          “Nadie puede entrar a la ciudad de Dios si no tiene un conocimiento
        de la conversión genuina. En la verdadera conversión el alma nace de
        nuevo. Un nuevo espíritu toma posesión del templo del alma. Comienza
        una nueva vida. Cristo es revelado en el carácter”. RH, 07/30/1901.
          “Porque  lo  que  era  imposible  a  la  ley,  por  cuanto  era  débil  por  la
        carne, Dios enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado, y a
        causa del pecado, condenó al pecado en la carne; Para que la justicia
        de la ley fuese cumplida en nosotros, que no andamos conforme a
        la carne, mas conforme al espíritu”. Romanos 8:3, 4.

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